Crónica de un último vuelo.

Por Edgar Domenech Llinares.

La aviación es compleja, un negocio en constante cambio. Programación de tripulaciones, red de rutas, atención al cliente o gestión de los trabajadores. Las aerolíneas encuentran difícil, sobrevivir en este mundo ultra competitivo. Fusiones, adquisiciones y bancarrotas no son nada extrañas para muchas aerolíneas. A nosotros, la gente detrás de este circo nos coge en medio. Ésta es la historia de un piloto en su último vuelo para una aerolínea.

No ha sido un verano fácil. Rumores en la oficina, conversaciones de cabina, notas en la prensa… Todos sabíamos que algo se estaba cociendo. Algunos compañeros ya estaban buscando una salida, otros mantenían la fe y se quedaron. Durante esta semana, mi programación ha cambiado varias veces. La aerolínea está ajustando y reajustando los vuelos, algunos aviones han sido retenido por sus dueños, el arrendador. Otros permanecen en mantenimiento. Pinta mal, pero seguimos luchando hasta el final.

Compruebo mi programación y mi vuelo ha sido cambiado. Volaré a Tirana, pasaré allí la noche y volveré mañana por la mañana. Según conduzco al aeropuerto pienso que no ayuda pensar en que puede ser la última vez. Voy a disfrutar este vuelo como si fuese el último. Trataré de recordar cada pequeño detalle y sacar lo mejor de ello. Cuando llego a la oficina, no veo al comandante por ningún sitio. Nuestro avión llega más de una hora tarde y el, probablemente se presentará justo antes de que el avión aterrice. Recojo el sobre de documentación y comienzo a preparar el vuelo. La oficina está en silencio. Nadie se atreve a hablar mas de lo necesario. Todo el mundo sospecha que no estará por ahí mucho más.

Parece un vuelo tranquilo sobre los Balcanes en nuestro camino a Albania. Comprobamos el estado de la aeronave y decidimos cuanto combustible cargar. Parece que el vuelo se retrasa un poco más por lo que el comandante que no habrá tiempo para ir al hotel en Tirana. Nos quedaremos en el avión durante dos horas hasta que tengamos que volver a Ljubljana.

S5-AFA. EX-JNB.

Nos dirigimos a la terminal, pasamos el control de seguridad y caminamos hacia el avión. La plataforma está tranquila. Vemos tres o cuatro aviones parados y sellados. Es triste que no vayan a volver a verlos volar más. Decidimos que el volará el primer trayecto y yo haré la vuelta mañana. Finalmente, llegamos a nuestro Bombardier CRJ – 900. El S5-AFA ha estado solo dos años con nosotros. Vino procedente de Air Nostrum, donde estaba matriculado como EC-JNB. Abrimos las puertas y comenzamos nuestras comprobaciones iniciales.

Vista de la Vía Láctea desde el asiento del copiloto.

Una hora mas tarde nos encontramos a nivel de crucero FL350. Una noche sin luna nos trae unas vistas magníficas de la Vía Láctea. La jefa de cabina nos trae la cena a la cabina. No tengo hambre. Pensamientos recorren mi mente y me siento intranquilo. Puede ser mi última cena abordo y decido comer, de todas formas.

El vuelo progresa como de costumbre. Aterrizamos en Tirana y los pasajeros desembarcan el avión. Es la una y media de la madrugada y el comandante apaga el avión. Mientras, cierro la puerta y pongo el despertador.

Suena la alarma. La pantalla de mi teléfono ilumina la cabina de pasajeros, completamente oscura. Son las 4 de la mañana. La cara hinchada, los ojos rojos… mejor preparar algo de café. Copio el ATIS, preparo la ruta y calculo las performances mientras los pasajeros comienzan a embarcar. Ellos probablemente no tienen ni idea de lo que le va a suceder a la aerolínea. Algunos de ellos puede que no puedan volver a casa después de sus vacaciones. El comandante pide la checklist y ponemos en marcha los motores. “ADRIA 727, viento es de 020, 2 nudos, pista 35, autorizado para despegar”. “AFA” comienza a rodar, iluminando la pista mientras la velocidad aumenta. “V1, rotate” y suavemente tiro de los controles para elevar el morro. La aeronave lentamente deja el asfalto y comienza su ascenso hacia la oscuridad de la noche.

Son las 05:30 y las estrellas empiezan a desaparecer en favor del azul oscuro del amanecer. El tiempo en Ljubljana es perfecto y seremos el primer avión que llega esta mañana. Uno de los auxiliares de vuelo trae café. No puedes negarte a una taza de café con las mejores vistas del mundo.

Amancer sobre Zagreb.

Mientras comenzamos nuestro descenso, el solo se eleva sobre los cielos balcánicos, tranquilo como nunca. No podemos hablar del abatimiento. “Gear down”. Sentimos que este puede ser nuestro último aterrizaje en Ljubljana. “Adria 727, autorizado a aterrizar en la 30, viento calma”.”50, 40, 30, gases en idle, 20, 10, flare…” y acariciamos la pista por última vez.

Una suave aproximación y aterrizaje ponen el fin. Como siempre, traemos a nuestros pasajeros a casa seguros, pero esta vez es diferente. Tan pronto salgo de la cabina, miro hacia atrás y le echo una última mirada. Aquí es donde todo empezó. Esta aerolínea me dio mi primera oportunidad, mi primer trabajo como piloto de líneas aéreas. Donde aprendí como volar una obra maestra de avión.

Bombardier CRJ – 900 despegando desde Ljubljana.

Dos días después, Adria Airways cesaba las operaciones temporalmente y, una semana después, el día 30 de septiembre, la aerolínea se declaraba en bancarrota.

Este artículo está dedicado a la gente de Adria Airways (1.961 – 2.019).


Edgar Domenech Llinares es piloto de líneas aéreas. Habilitado en CRJ 700 y 900. Basado en Eslovenia volando para Adria Airlines hasta su reciente cese de operaciones.

Su carrera en aviación comenzó como auxiliar de vuelo durante 6 años. Estuvo basado en Mallorca donde pudo conseguir los títulos de piloto comercial.

Su pasión por la aviación le llevó a hacer realidad su sueño, aprendiendo mucho en el camino. Está deseando seguir aprendiendo en el futuro.

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